Salud: a través de un innovador sistema, esta máquina permite hacer la labor de dar respiración a pacientes críticos, sin necesidad de que lo haga alguien del personal de salud. Este invento puede ser de gran ayuda a recintos hospitalarios alejados de las grandes ciudades.

Se trata de la primera patente de invención que consigue la Facultad de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad Austral. El Director Académico del Centro de Innovación y Emprendimiento, 14K, de dicha casa de estudios, Dr. Guillaume Sérandour, aseguró que «aunque no tiene forma de mano, en el fondo es una mano mecánica, diseñada para responder a las necesidades cambiantes del paciente en ventilación».

Salud: Una alternativa para las regiones

El aparato, por su bajo costo de producción, autonomía (batería) y simpleza, es ideal para centros médicos distantes de hospitales de alta complejidad, para uso en emergencias como terremotos o similares, o en cualquier situación donde se deba optimizar el uso del tiempo del personal médico.

“Si bien nuestro trabajo fue gatillado por la pandemia de la COVID19, la utilidad de este instrumento va más mucho más allá” explica el Dr. Sérandour, ya que permite utilizar un aparato que simula el trabajo manual que hace el personal de salud y no tienen tanta complejidad como un ventilador mecánico.

Un instrumento que cuida la salud de los trabajadores

Este nuevo sistema de respiración también contribuye al cuidado del personal de salud, ya que les permite no exponerse a infecciones de pacientes críticos, en período donde la crisis sanitaria aún no concluye.

«Con el instrumento patentado se podría optimizar el tiempo del personal médico y también protegerlo de contagios, porque cubre con tecnología cuestiones esenciales de este procedimiento como la mantención de la frecuencia respiratoria, un volumen corriente de acuerdo a la variación del paciente, y además de manera distintiva cuenta con un botón PEEP, es decir, una válvula que permite mantener el pulmón distendido cuando se sale el aire” relata el Decano de la Facultad de Medicina de la UACh, Dr. Claudio Flores.

El trabajo se desarrolló en el laboratorio experimental de ingeniería de esta universidad, llamado Leufülab.